edward brittain
Edward Brittain.

Tras un permiso disfrutado en Inglaterra, Edward volvió al frente occidental en junio de 1917. Vera quería estar los más cercano posible a su querido hermano, y solicitó un puesto en Francia. Brittain se unió a un grupo de enfermeras en el Hospital General en Étaples. El 5 de agosto escribió a su madre: llegué ayer por la tarde, el hospital se encuentra a una milla fuera de la ciudad. Está rodeado de bosques por todos lados. El trabajo en el hospital es frenético, es por ello que he sido muy bien acogida por las compañeras. Aunque no lo creas, estoy tratando con soldados alemanes prisioneros y heridos. Mi zona está reservada para los casos quirúrgicos más graves. Muchos de ellos están moribundos y ni siquiera en el hospital de Londres, cuidé a pacientes con lesiones tan graves. Cuando se tratan este tipo de pacientes, olvidamos que son enemigos en el campo de batalla. Son seres humanos que sufren.

El 15 de junio de 1918, el ejército austríaco lanzó un ataque sorpresa en San Sisto Ridge, con un fuerte bombardeo contra los británicos. Edward llevó a sus hombres a una contraofensiva y recuperaron las posiciones perdidas. Nuevamente la mala suerte se cebó con la gente querida de Vera Brittain, cuando un francotirador alcanzó de lleno en la cabeza de su hermano. Su muerte fue instantánea y fue enterrado con otros cuatro oficiales en el pequeño cementerio de Granezza.

LA ENFERMERA VERA BRITTAIN

Como suele ocurrir en la mayoría de los conflictos bélicos, en 1914, los jóvenes, hombres y mujeres, al igual que sus padres, esperaban que la guerra fuera corta y que no supondría un excesivo coste en vidas humanas. En los ambientes urbanos brotaba un ambiente patriótico y optimista. Y como en todas las guerras conocidas anteriormente, las mujeres más jóvenes trabajarían en las industrias para fabricar armamentos, sustituyendo a la mayoría de los hombres que partirán hacia el frente. Otras se quedarían en casa cuidando a sus hijos y a los mayores. Mientras tanto, en los lugares de la batalla, muchos hombres resultaban heridos y había pocas enfermeras que pudieran cuidarlos.

Muchas mujeres de esa época, desarrollaron un importante papel dentro del mundo del voluntariado dedicado a paliar la carencia de personal de enfermería en situaciones de extrema necesidad. Aspectos estos que han sido poco estudiados y conocidos por la profesión enfermera, y que en los últimos años está sacando a la luz la Historia Social de las mismas.

El principal Cuerpo de Enfermeras entrenadas, era el Servicio de Enfermería Militar de la Reina Alexandra[5] (QAIMNS). Había sido fundado en 1902, en la época de la Guerra de los Boers. En 1914 contaba con 300 miembros, al finalizar la guerra, superaba las 10.000 enfermeras.

Dos enfermeras junto a las literas con sábanas impolutas de los trenes. Museo Británico del Ferrocarril.

El ejército británico se oponía manifiestamente a las mujeres enfermeras militares, con excepción de las QAIMNS. Es por ello que las primeras voluntarias británicas solo atendían a los soldados franceses y belgas, además de los soldados alemanes prisioneros. Pacientes, éstos últimos que, en un principio, trató nuestra protagonista, siendo su enfermera. En un fragmento de su relato, y así aparece en la película, describe también el sufrimiento de estos soldados que, aunque enemigos en el campo de batalla, en el lecho de dolor eran seres humanos que no se diferenciaban de los nacionales y aliados.

Muchas de las enfermeras, curiosamente pertenecían a familias de la aristocracia o, por el contrario, eran de su personal de servicio. La oportunidad de participar en la guerra, en cierta manera les hacía sentir más libres e independientes, algo que la sociedad contemporánea no les permitía.

Vera Brittain trabajó como enfermera en algunos de los campos de batalla más terribles, en un intento por aliviar el dolor de su duelo. Una vez finalizada la guerra, se decidió a recrear los personajes y las vidas de aquellos que había perdido, para que las generaciones futuras de lectores no los olvidaran, y para que vivieran, en la memoria de muchos.

En la obra autobiográfica Testament of Youth, describe sus tremendas y devastadoras experiencias, ante las terribles condiciones que sufrían los soldados en el frente y cuando caían heridos, en los precarios hospitales de campaña. La película es un testimonio del dolor padecido por los jóvenes de su generación, y posteriormente la lucha por la paz y por la igualdad de sexos[6]. Vera Mary Brittain, fue escritora, feminista y pacifista.

Su experiencia personal, combinada con su talento para escribir, lograron pasajes cautivadores. Pero debido a que hubo muy pocas mujeres escritoras que también fueran enfermeras de guerra como ella, la leyenda de las VAD,s dominó la historia de la enfermería. A pesar de sus narraciones, a menudo lo que se escribió de ella, no era ni preciso ni justo.

Por otra parte, el reconocimiento de la contribución de las enfermeras, tan importante como la de los médicos en el frente de batalla, todavía no se ha logrado.

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