Vera, regresó a Oxford después de la guerra, encontrando muy difícil ajustar su vida a una generación de la postguerra. Contrajo matrimonio con el científico y político George Catlin en 1925, trasladándose a los EEUU. Tras el nacimiento de sus dos hijos, Jhon en 1927 y Shirley en 1930, que llegó a ser Ministra del Gabinete Laborista, regresó a Gran Bretaña.
En 1966, cuando se dirigía a una reunión política, sufrió una caída en la calle fracturándose una pierna y un dedo de su mano derecha. Estas lesiones iniciaron un declive físico, afectando también a su mente, que se volvió más confusa y ausente.
Nunca llegó a superar la muerte de su hermano, y tras su fallecimiento el 29 de marzo de 1970, sus cenizas se esparcieron sobre la tumba de Edward en Italia, tal como ella había dejado dispuesto.
DECLARACIONES DE SHIRLEY WILLIAMS (hija de Vera Brittain)
Pero su historia, y la de tantas otras mujeres que trabajaron como enfermeras, siempre estuvo rodeada de mitos. Por lo general, no se ha reconocido la enorme contribución que llevaron a cabo en el frente y así lo mencionaba a la BBC, la baronesa Shirley Williams, hija de Vera Brittain, académica y miembro vitalicio de la Cámara de los Lores del Parlamento Británico.
En el reconocido libro, The Great War and Modern Memory (La Gran Guerra y la Memoria Moderna), publicado en 1975 por el crítico literario e historiador Paul Fussell, escribió sobre los perpetuos relatos y leyendas de la Primera Guerra Mundial, que tuvieron tanta fuerza, que, en muchas mentes, se volvieron indistinguibles de los hechos. Pero sorprende, continúa Shirley Williams, que Fussell casi no menciona a las enfermeras. No hay referencias a Edith Cavell[7],ni mucho menos a Florence Nightingale, por su brillante aportación enfermera en la Guerra de Crimea (1854-1856). Mi madre, Vera Brittain, autora de una crónica conmovedora y cándida sobre su experiencia durante la guerra, Testament of Youth («Testamento de Juventud»), fue parte de ese mito. En el curso de la guerra perdió a todos los jóvenes a los que había amado: su novio Roland, su hermano Edward y sus queridos amigos Victor y Geoffrey.
SINOPSIS ENFERMERA DE TESTAMENTO DE JUVENTUD
La película es un grito desgarrador a la maldad humana, pero también es un bello canto a los cuidados enfermeros en tiempos de guerra, resaltando por encima de todo, los llevados a cabo por la mujer.
La mujer desde el principio de los tiempos, salvo excepciones, en situaciones de guerra, su misión primordial era cuidar de la familia y sobre todo huir para evitar ser botín preciado con su captura. En la I Guerra Mundial, la llamada inicialmente Gran Guerra, la mujer dio un salto cualitativo en la intervención de la misma, convirtiéndose en protagonista indispensable. Fueron mano de obra vital en las fábricas de armamento, sustituyendo a los hombres que marcharon hacia la guerra. Continuaron siendo el sustento de las familias, cuidando a niños y ancianos. Los hospitales[8] nacionales, eran conducidos mayoritariamente por mujeres, sobre todo en el campo enfermero.
Pero el cambio fundamental, sucedió en el frente de batalla. La I Guerra se caracterizó por la enorme crueldad que ocasionaron las nuevas armas, por su gran capacidad de destrucción. Los miles de muertos, pero sobre todo los miles de heridos que cada día llegaban a los exiguos puestos de socorros y deficientes hospitales de campaña, desbordaron todas las previsiones posibles de asistencia. Se multiplicaban las necesidades de cuidados enfermeros y los Servicios profesionales de sanidad del ejército, pronto se vieron desbordados.
Vera Brittain, al igual que otras muchas miles de mujeres, abandonaron la seguridad de su país y no dudaron en acompañar a sus hombres en el mismo frente de batalla, corriendo idéntico peligro que ellos.
La enfermería y en este caso, las enfermeras, aliviaron el dolor y el daño corporal y psíquico de aquellos jóvenes soldados, que tan inocentemente habían partido a defender los intereses de su país. Unas mujeres, en un principio noveles y semiprofesionales, y más tarde, expertas enfermeras.
Enfermeras, que como en el caso de Vera B. y otras muchas, no dudaron en atender a soldados enemigos heridos, anteponiendo por encima de todo, la sagrada labor de cuidar a la persona necesitada, sin mirar su procedencia. Vera, perdió a sus seres más queridos en aquella horrible confrontación mundial, y la vez tuvo que cuidar a soldados enemigos que eran “culpables” de aquello.
Las mujeres enfermeras, dieron una enorme lección de valor y profesionalidad en los campos de batalla, que como decía Shirley Wiliams[9], y nunca fueron, posteriormente, convenientemente reconocidas.
Testamento de juventud, es un aullido desgarrador de sufrimiento en formato audiovisual. Es una transcripción real de la execrable situación que conlleva una guerra. Pero también es un canto a la paz y a la concordia, y un rechazo a la estupidez humana. Las guerras son crueles e injustas, pero sobre todo estúpidas. Por regla general no solucionan nada y provocan un dolor insaciable.
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